No tiene gracia mentir, en general, y en particular defraudar al seguro, ya sea por
ocultar información o darla erróneamente, por simular un siniestro que no ocurre, por exagerar desperfectos o provocar un accidente.
4 empresarios hortofrutícolas reclamaron 2 millones de euros por un fallo de refrigeración. Un médico falseó operaciones de hemorroides y fisuras anales. Un español fingió su muerte en Colombia. Y todos actuaron para conseguir indemnizaciones defraudando a sus Seguros.
El Sector Asegurador invierte muchos recursos en pillar tramposos. Incluso exponen las estafas más rocambolescas en el Concurso Anual de Detección de Fraudes. Por cada 1 € invertido recuperan 48,10 € defraudados, y según el ramo puede ser más del triple.
¿Y qué te puede ocurrir si te pillan defraudando? Te quedarás sin seguro, pero eso
es lo de menos, también sin indemnización y los costes del siniestro (si lo hubiera) tienes que asumirlos tú. Además de las costas de los posibles juicios. Y, por último, el intento de fraude al seguro puede incurrir en un delito penal, y eso significa cárcel. Y te inscribirán en un Fichero de Defraudadores.
Los que estafan a los seguros nos perjudican a todos.